2 ene 2014

Deux côtes opposúx [Parte 1]

Contenido +18 ChicoxChico.
Protagonista: Matthew Daniels (Oc) Con el nombre de Miette.
Esto es un relato de varios capítulos de ficción basado en una guerra, en un universo totalmente inventado. Los personajes y lo que sale en este relato es todo ficticio cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. De igual modo, el contenido de este relato puede resultar sensible por su contenido ideológico. Si no te gusta el género chicoxchico, o el echo de que esté ambientado en una guerra, así como posibles escenas pornográficas y/o grotescaste invito a no leer esto. Gracias por la atención.

Puse el descargo de responsabilidades por si acaso. No vaya a ser....
--------------------------------------------------------------------------------------------------

1

Hace un año, entré en el ejercito francés. ¿Qué me llevó a ello? Bueno, era una larga historia.

Nací en Suiza hace 17 años. Mis padres vivían muy felices y estaban haciendo planes para un negocio futuro. Las cuentas que ellos echaban hacían que todo pareciese que iba a salir bien. Mi padre estaba tan entusiasmado con ello que contagiaba el entusiasmo a todo el que le rodeaba. Mis abuelos contrariados por su decisión, terminaron igual de felices que mi padre por lo que quería hacer, por ese negocio que no tenía salida. Mis tios parecían que no iban a terminar entusiasmados, pero finalmente fueron contagiados de igual modo. Mi madre, cuando cumplí los dos años, me contó esto con toda la felicidad del mundo, mientras a su vez me anunciaba que sería hermano mayor.
Cuando miraba a mis padres por esa época podía ver un mundo de color de rosa. Las sonrisa abundaban en nuestra familia, mi madre siempre abrazaba y decía a mi padre que le quería, me cogía en brazos y me acariciaba la cabeza. Me besaba la frente y me decía que siempre fuera feliz. Fue la época en la que más feliz pude ver a mi madre. Siempre sonriendo, siempre dando cariño a quienes le rodeaban. Mi padre, a su vez, siempre parecía tranquilo y amable. Tenía tiempo para jugar conmigo. Incluso después de que naciera Adelice, mi hermana menor, tuvo tiempo suficiente para poder hablar conmigo, para poder jugar, para cuidarme y hacerme crecer, diciendo que lo mejor que podía hacer era ser feliz.

Dos meses más tarde de cumplir los tres años, nació mi hermana Adelice, una niña muy parecida a mi y a mi padre. Nació con una salud un tanto débil, pero mis padres la cuidaron con todo su corazón haciendo que poco a poco fuera hacia delante y que su salud no se viera terriblemente afectada. Así, pasaron tres años más y mi padre decidió que era hora de poner en marcha su nuevo negocio, pero tenía que hacerlo en Francia pues era allí donde le daban no se que de una subvención o algo así. Sinceramente, nunca me llegué a enterar demasiado bien de qué estaba hablando, no me mostré demasiado interesado.

Cuando llegamos a Francia, los primeros años fueron agradables, abundantes. Mis padres parecían ocupados, pero el dinero no faltaba. Organizaron viajes a Inglaterra, volvimos un par de veces a Suiza a ver los abuelos... No eran viajes cortos, muchas veces nos quedábamos más de dos meses en Suiza, pero siempre terminábamos volviendo. Mi madre decía siempre que ahora que había dinero, era el momento de gastarlo antes de que no tengamos dinero. Yo apenas tenia cinco años cuando mi madre decía aquellas cosas, así que no sabía muy bien de que estaría hablando. Simplemente sabía que ella estaba feliz, y si ella estaba feliz ¿por que no iba a estarlo yo? Además, mi padre parecía trabajar duro en su proyecto y parecía muy centrado en lo que hacía. Parecían todos tan felices y a mi se me contagiaba la felicidad. Además, la felicidad inocente que tenía en esa época, junto la felicidad de mi hermana, hacían que todos los días se tiñeran de alegría.

Pero no era más que falsa alegría.

Cuando cumplí los doce años, el ambiente en casa se empezó a volver más y más tenso. Mis padres comenzaban a discutir cuando creían que mi hermana y yo estábamos durmiendo. Pero lo que no sabían es que por mucho que quisieran que no los escucháramos, si se ponían a gritar entre ellos, tarde o temprano nos daríamos cuenta de que están discutiendo. Sobre todo si de vez en cuando nos mencionaban a Adelice y a mi. A veces parecían discutir por cosas de dinero, otras veces nos echaban la culpa a mi hermana y a mi por la comida.... Yo no terminaba de entender que era lo que pasaba, por qué la alegría que hasta hace tan poco estaba en mi casa, había desaparecido por completo. Ahora predominaban los días grises. Nuestra madre no jugaba con nosotros, nos ordenaba ir a buscar algún trabajo a pesar de nuestra edad. Mi hermana tuvo que empezar a limpiar en las casas. Por suerte consiguió un puesto de trabajo en una casa durante el día, y la daban de comer. Aunque por la noche volvía asustada y me abrazaba, sin querer dormir sola. Mi madre se negó en redondo a buscar un trabajo en un principio, pero luego salía por las noches diciendo que se iba a trabajar. Actualmente entiendo que era lo que hacía. Por otro lado, mi padre cada vez pasaba menos tiempo en casa. Se iba a su negocio la mayor parte del día y volvía para dormir. Preguntaba donde había ido mama y cuando le decíamos que a trabajar, se enfadaba. Yo, por esa época, me preguntaba por que teníamos que trabajar todos. Por que mama trabajaba por la noche y por qué papa se enfadaba. Pero siempre me respondían lo mismo "A la cama, que es demasiado tarde". Me refugio en la esperanza que pretendían protegerme de la realidad, pero tarde o temprano tendrían que darse cuenta de que la realidad tendría que vivir en un momento u otro.

¿Y que era de mi? Yo también había tenido que empezar a trabajar. Concretamente en una pequeña fábrica lejos del pueblo donde vivíamos. Durante la semana llegaba a casa cuando mi padre estaba dormido, cruzándome a mi madre yendo hacia su trabajo. Mi hermana pequeña, a pesar de todo, siempre me esperaba despierta para poder ir con ella a dormir. Por las mañanas me despertaba y llevaba a mi hermana a su trabajo mientras que yo cogía el camino hacia el mio. Y mientras caminaba hacia mis nuevas labores era cuando más me daba cuenta de que mi vida había tomado un rumbo indeterminado. ¿Que pasaría de ahora en adelante? ¿Que debería hacer? Todo eso lo decidiría en el futuro. Y no sería una decisión fácil.

Un par de años más tarde, nos llegó la noticia que mi padre había perdido todos los ahorros invertidos en ese raro negocio que tenía. Yo ya empezaba a entender un poco como funcionaba el mundo exterior. Había podido madurar y sabía que la solución no estaba en quedarse allí, sino en irse de Francia. El ambiente cada vez era peor, y el ambiente que se respiraba era cuanto menos tenso. Algo estaba pasando, pero sabía el que. Una noche, tras pasar una semana de la noticia, cuando volví a casa, mi hermana me recibió llorando. La seguí donde me guiaba y en el dormitorio se encontraba, colgado del techo, el cuerpo de mi madre. Mi padre se encontraba en la cama, observándolo totalmente contrariado. Sus ojos mostraban vacío y sorpresa, dolor y confusión. A quien mentir... mostraban demasiadas cosas que no podía ignorar. Me dieron ganas de acercarme a él y decirle que no pasaría nada. Pero algo en él me hizo echarme hacia atrás, no atreviéndome a decirle nada. Así pues, mi hermana y yo nos fuimos, bajo sus ordenes, a nuestro cuarto para poder seguir con la vida que llevábamos. El no tardó en suicidarse también, encontrándonos mi hermana y yo en el suelo de la cocina, rodeado de un charco de sangre, con un cuchillo en el pecho, al día siguiente.

En menos de un día, ya solo quedábamos mi hermana y yo. Solos ella y yo.

Así, pasamos los años siguientes, conseguimos vender esa casa y con unos ahorros, coger una casita pequeñita, de apenas un par de habitaciones, para ambos, guardándonos los ahorros para comer y sobrevivir. Ella continuaba con su trabajo y yo con el mío, hasta que vinieron noticias de la guerra y me prometieron que por alistarme mandarían un dinero a casa. Eso, hizo que mi esperanza volviera y le dije a mi hermana que me alistaría en el ejército para que ella pudiera vivir un poco más holgadamente. Adelice no parecía muy contenta con la idea, pero yo estaba convencido de ello. Quería que mi hermana pudiera vivir feliz y sin problemas, por lo que esa sería la solucion. Así pues, fue como me metí en el ejercito francés.

Durante un año me pusieron las pruebas más duras y agotadoras pruebas que podrían haber existido, pero con la ilusion de poder ver a mi hermana feliz, las superé todas como buenamente pude. Algunas con mayores dificultades de las que parecía que iba a tener. Otras con mayor facilidad. Pero lo que importaba es que las estaba superando poco a poco y mi meta pronto llegaría.

Durante mi estancia en el campamento de entrenamiento, pude mantener contacto con Adelice. Los honorarios que ganaba en las guerras eran suficientemente buenos para que ella no tuviera problemas económicos y para poder ir ahorrando día a día. Además, por lo que me contaba parecía que poco a poco sus ojos de color verde recuperaban ese brillo de alegría que hacía tanto que no veía. Quizás para algunos fuera una tontería, quizás para mis padres no significaría nada. Pero para mi, la felicidad que podíamos volver a sentir mi hermana y yo, era lo que más importaba de todo.

Y ahora, estaba en casa, con ella, en el pequeño campo de flores que había tras la casa de madera. Ella hacía una corona de flores que le había enseñado a hacer hace unos años, cuando todavía viviamos como una familia feliz y despreocupada, mientras yo miraba al cielo tranquilamente. Mañana partiría a una misión y tenía que estar tranquilo y relajado. No sabía si iba como carnada o como espía, pero tenía que introducirme en el ejercito alemán para descubrir su próxima estrategia. No me hacía mucha gracia comenzar con una misión tan peligrosa, pero a este paso el territorio alemán se expandiría hacia nuestro pueblo y no quería permitir eso. Así pues, decidí que al menos el día antes de partir, podía pasarlo con mi hermana menor, la cual se molestó para coger ese día libre.

Cerré los ojos mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro al escuchar el canto de mi hermana menor. Tarareaba suavemente mientras hacía la corona de flores.

—¿Qué cantas, Ad? —pregunté mientras giraba un poco el rostro y miraba a mi hermana, la cual se dio la vuelta al instante de verme. Me reí levemente antes de sentarme —no te escondas de mi, Ad. Sigo siendo tu hermano.

—Lo se, jijiji. Pero quiero que esto sea una sorpresa —dijo mientras seguía dandome la espalda y riendose como si fuera mala. Me hizo gracia verla así y miré hacia el frente mientras ella terminaba. Dentro de nada no podría ver este campo de nuevo...

—Sabes que mañana he de irme.

—Lo se.... —Su voz sonaba un poco más seria... más triste.

—Pero sabes también que volveré, ¿no?

—Sipi —contestó con entusiasmo antes de ponerme la coronoa de flores en la cabeza sin que yo antes hubiera podido verla —pero aún así te regalaré esta corona. Que sepas que gracias a mi estarás protegido —contestó, inflando el pecho con orgullo y satisfacción haciendo que me diera la risa. —Esta corona te protegerá, aunque no la lleves puesta.

—¿Puedo quitármela para verla? —pregunté con curiosidad mientras levantaba la mano. Adelice me paró al instante y me miró sonriendo.

—No, no, no. Si te la quitas la protección se irá, así que por lo menos durante todo el día de hoy tienes que llevar la corona de flores puesta —añadió mientras se reía y se levantaba de un salto. Me levanté tras ella y la cogí en brazos antes de reirme.

—Ya veo ya veo. ¿Y no me dirás de qué está echa?

—¡Jamás! —gritó ella riéndose y forcejeando para soltarse. Me reí con ella y empecé a hacer círculos como si la secuestrase. Luego dí un par de vueltas sobre mi mismo y terminé cayendo de espaldas a la hierva con Adelice encima, mientras ambos reíamos. Era reconfortante poder volver a reir, poder escuchar a mi hermana riendo. Hacía tanto tiempo que esto llegaba a parecer un sueño. Y la verdad es que no me importaba mucho seguir dormido.

Así, jugando con ella, pasamos la tarde. Corrimos por ese campo de flores, sin quitarme la corona, rodamos por los verdes prados hasta la zona del río. Reímos mientras nos perseguía un vecino por habernos colado en su huerta sin querer y luego nos disculpamos con él. Escuché como me deseaba suerte para mi misión y asentí efusivamente con cuidado de la corona. Y así, se hizo de noche cuando menos lo esperábamos. Fuimos a la pequeña casa donde vivíamos y tras la cena vi como se acostaba en la cama que compartíamos. Sonreí al verla tan tranquila a pesar de estar yo tan nervioso. Parecía que ella vivía en un mundo totalmente diferente al mio, y eso era un poco más tranquilizador, a pesar de morirme de los nervios aún.

Suspiré y la dí un beso en la frente antes de irme al baño para lavarme un poco la cara. Cuando me miré en el espejo sonreí un poco al ver la corona de flores: era de margaritas. La verdad es que era curioso que mi hermana se hubiera dado cuenta de eso. Mi nombre también era el diminutivo de "Margarita". Me reí un poco mientras echaba mi alborotado cabello marrón hacia atrás, retirándome la corona durante breves instantes. Me miré en el espejo de nuevo, directamente a mis ojos ambarinos, notando que la chispa de felicidad que creía perdida, había vuelto. Felicidad, determinación, decisión... bueno, no sabía que era exactamente que era, pero hacía que mis ojos pudieran volver a brillar. Era una buena sensación, mi corazón se sentía tranquilo por primera vez. Aunque en un rato volverían los nervios y el no poder dormir, eso era algo que temía. Miré fuera del cuarto de baño y me fijé en mi hermana, que dormía plácidamente. Temía que no pudiese descansar sin tenerme a su lado, después de habernos acostumbrado a dormir juntos después de tantos años, pero sabía que tarde o temprano. Sonreí de medio lado, mostrando mis dientes, algunos colocados y otros torcidos. La iba a echar de menos. Pero también me acostumbraría. Con el tiempo.

Al día siguiente desperté un poco cansado, pero con el dulce olor del desayuno. Sonreí al ver a mi hermana mostrándome un trozo de pan con mermelada y la leche que solíamos desayunar y la dí un beso en la frente antes de terminar mi desayuno. La verdad es que era algo muy simple, pero que hacía que mis días con ella fueran especiales. Le dí la mano antes de ponerme el uniforme francés y finalmente me despedí de ella con un abrazo.

—Buena surte, Miette —dijo antes de que saliera por la puerta. La miré por última vez y sonreí antes de despedirme de nuevo con la mano.

—Nos veremos pronto, Adelice.

*

Llevaba un par de horas dentro de la base enemiga. Me sorprendió la rapidez con la que me mandaron al cuartel y, sinceramente, me encontraba temblando. Tenía que andar con mil ojos, estaba muy nervioso. En cualquier momento me daría un ataque taquicardico. Respiré hondo varias veces mientras avanzaba poco a poco hacia un vano. Me asomé por el hueco con cuidado de no ser visto y me fijé en el campo de entrenamiento. La verdad es que no había muchas cosas interesantes. Me daba miedo meterme en la zona donde estuvieran tratando las estrategias, para qué mentir. A saber que tipos crueles podía encontrarme en ese lugar. Al menos en el campo de entrenamiento había gente como yo. O esa era la idea que tenía de encontrarme, por que cuando me asomé y vi a todos esos alemanes como tres veces más grandes que yo, perdí toda esperanza de salir con vida. Me escondí un poco mas en la pared y recorrí con la mirada todos los cuerpos que se mostraban en ese campo de entrenamiento, hasta que mis ambarinos ojos se cruzaron con unos azules.

Los miré fijamente notando como poco a poco la sangre se me bajaba de la cara a los pies y me escondí un poco más. Noté que empezaba a respirar más rápido y retrocedí por mi camino, prácticamente corriendo. Mierda, mierda, mierda, MIERDA. Me habían pillado, me habían pillado. ¿Como puedo ser tan descuidado? Pero claro, ¿como se les ocurren mandarme a mi primera sesión como espía? ¿Es que acaso era solo un cebo? ¿Carnada? ¿Una distracción? Miré un momento para atrás viendo aproximadamente veintiuno personas tras de mi. Noté mi sangre caer todavía más rápido y marearme un poco al ver tanta gente. Les escuché gritar algo a los compañeros mientras el chico que encabezaba la persecución se centraba en eso, en perseguirme. Giré a la derecha saliendo, no se como, de nuevo al campo de entrenamiento. Me metí en el primer hueco que ví, como un ratón y continué corriendo hasta perderles momentaneamente de vista. Me cercioré que no me encontraban por el momento y me puse a buscar. Miré a mi alrededor hasta que encontré unos papeles en alemán con ciertos dibujos estratégicos. Pensé, victorioso, que era mi momento, hasta que noté una voz cerca de mi escondite. Guardé los papeles en un bolsillo y me agaché escondiéndome bajo la mesa durante un momento. Seguidamente, salí por el hueco por donde había entrado y al no ver a nadie, me confié.

Craso error.

Cuando iba a volver por mis pasos para salir del cuartel, me encontré a un buen grupo de soldados que corrían en mi dirección. Salí corriendo en contra y noté una mano taparme los ojos y la boca, mientras otras me agarraban  de la cintura y de los brazos. Mordí la mano que me tapaba la boca y me gané un golpe en el estómago y de mis labios lo único que salió fue un quejido. Noté a alguien levantarme la barbilla y reirse al verme.

—¿Pero que tenemos aquí? Atadle y registradle. Llevadle después a la zona de interrogatorios. No podemos dejar que se vaya de rositas.

—¡A la orden! —contestaron todos a la vez, agarrándome con mucha más fuerza. Noté un golpe en el estómago de nuevo, y solté un quejido antes de que un puño descansara en mi mejilla y me dejara un poco extrañado. Me destaparon los ojos durante unos instantes, mientras todavía estaba mareado, antes de que me empezaran a atar las manos y las piernas. Miré un momento hacia arriba antes de ver una sonrisa por parte de los soldados por última vez, para posteriormente tapar mi visión con una venda. —Seguro que disfrutas con tu estancia aquí.

Me retorcí en los brazos de ese tipo mientras le gruñía. No quería quedarme en este lugar, no iba a dejar que me llevaran a ninguna sala de interrogatorio ni mierdas de esas. Simplemente, no me dejaría. Por lo tanto, me zafé antes de que me ataran las piernas y, tras una patada y distraerles, me puse de pie y empecé a correr antes de notar una mano tirar hacia atrás y tirarme de espaldas al suelo. Me dí la vuelta para ponerme en pie mientras gruñía un par de insultos. Pero un pie descanso en pi espalda, dejandome pegado al suelo y sin poder moverme ni un milímetro. Me quejé antes de notar algo frio en la cabeza. Sabía perfectamente que era. Lo pude deducir por el tacto frio del metal. Mis oidos empezaron a pitar mientras me daba cuenta de que esto no era un juego de niños. Era real y mi vida corría peligro. En cualquier momento podrían matarme, y yo no podía morir. Había prometido que volvería a casa. No podía dejar que unos alemanes idiotas me dispararan en la cabeza.

Sabía que me estaban diciendo algo, lo intuía. Pero no les escuchaba. El miedo me impedía escucharles. Respiré hondo, o eso trate de hacer, antes de notar una cuerda pasar entre la atadura de mis manos y las de mis pies. Tiraron de mi hacia atrás y unieron mis pies a mis manos, inmovilizandome así. Además, añadieron un par de ataduras más antes de dejarme tranquilo. Se veía que después de mi escapada, no querían arriesgarse, y eso que no había avanzado más de medio metro. Soy un desastre. No debería haberme metido a esto, en primer lugar. ¿Que hacía yo allí? Podría seguir en mi casa, trabajando para la fábrica, viviendo con mi hermana hasta que nos murieramos de hambre, pero sin peligro a un balazo en la cabeza. Y eso que el infierno acababa de comenzar.

*

Llevaba más de tres días metido en la sala de interrogatorios. No paraban de preguntarme todo el rato lo mismo: sobre la alianza. Yo no sabía nada y se lo dije claramente, que desconocía los planes que tenían los franceses contra ellos. Pero no parecían escucharme, solo parecía que decía blasfemias pues cada vez que hablaba, recibía un golpe. Terminé con gran parte del cuerpo magullado, y eso que era sincero. Aún así, insistí en mi sinceridad todas las veces que me preguntaban, intentaba explicarles que yo acababa de entrar, pero parecían no creérselo por que claro ¿que pintaba un cadete en una misión de espionaje? Ni yo mismo lo sabía. Solo que mi superior me había dicho "en la guerra todo vale" y ahora entendía por que me lo decía. Esa gente... esa maldita gente me había mandado como distracción para que se centraran en mí, mientras ellos hacían planes. O quizás no. Siendo sinceros, no sabía nada. Estaba confuso, me dolía el cuerpo y solo deseaba poder irme a casa, que me dejaran salir y poder abrazar a mi hermana, saber que ella estaba bien y que no habría problemas. Pero eso no sucedería. Los soldados alemanes cada vez eran mas duros con sus castigos por no hablar, o por no decir lo que ellos querían saber. Y, aunque me estaba empezando a acostumbrar a sus golpes, sabía que en cualquier momento se hartarían y me darían un tiro en la cabeza.

Pero finalmente, ese tercer día, al final, escuché que el capitán ordenaba al resto que se olvidaran de mi. Noté que me daban un par de patadas antes de irse y el silencio inundó el lugar. Mi respiración agitada y dolorida era lo único que todavía podía escucharse, igual que los latidos de mi corazón, en los cuales me centré como si no hubiera otra cosa. Quería cerciorarme de que seguía vivo, que mi cuerpo seguía funcionando. Quería tener por seguro que mi corazón seguía latiendo a pesar de todo lo que me había pasado. Inspiraba y expiraba de manera contada, consciente de lo que estaba haciendo y removía mis piernas para que no se durmiesen en la posición forzada en la que me encontraba, de rodillas y atado a un palo para que no me escapase. La madera era demasiado dura y hacía que me doliese la espalda cada vez que intentaba moverme un poco, para colocarme y que no se durmieran mis piernas, pero me habían atado los pies también a ese palo de madera, cosa que hacía, que, por mucho que lo intentara, no pudiera mober nada de mi cuerpo. Como había pasado los últimos tres días.

Cuando pensaba que iba a caer rendido al sueño, escuché unos pasos acercarse y unas manos soltar el nudo que retenía mis pies. Cuando pensaba que era uno de mis salvadores, noté como me tiraban del cuello de la camiseta para ponerme en pie y, cuando lograba apoyar mis pies en el suelo después de tanto tiempo, esa persona, fuera quien fuera, me empujó hacia delante, haciendo que me tropezase pues no me había puesto de pie en tres días. A la persona que me rescataba o me llevaba a mi nueva carcel, no pareció gustarle mucho que me tropezase, y me levantó de muevo de las mismas maneras rudas para posteriormente volver a empujarme hacia delante. Esta vez, reaccioné a tiempo colocando un pie antes de caerme y caminé un poco lento, asustado por que seguía con los ojos vendados, pero al parecer a mi captor no parecía gustarle que intentara no tropezarme pues cada x tiempo, comenzaba a empujarme de nuevo, haciendo que algunas veces cayera al suelo. Lo que sí parecía claro, es que no le importaba una mierda lo que pudiera sucederme. El solo tenía que llevarme hacia cierto sitio, y cuando lo hizo, me tiró al suelo, esta vez a proposito, y noté como algo me retenía allí.

—¿Pero qué tenemos aqui? ¿No es este la rata francesa que se nos ha colado en el campamento? —escuché a alguien reirse mientras me agarraba de los brazos —¿Las has robado de la sala de interrogatorios? —preguntó el de la misma voz mientras sus uñas se clavaban en mis brazos. Hice una mueca y apreté mis dientes intentando que no se notara que ese tipo me estaba haciendo daño.

—Así es. Los otros ya no le quieren así que dudo que les importe que ahora sea yo quien juegue con él —dijo la otra voz mientras se acercaba a mi. Apenas se t trataba de un susurro, su voz podia determinarse incluso como sensual, pero no iba a caer en ningun hechizo que tratara de ponerme. No le iba a dar ese placer.Así que intenté retroceder, pero las manos que me retenían eran firmes. Demasiado firmes.

—¿Y que diversion puede aportarte esta rata flacucha? —preguntó con cierto tono de voz que me parecía indescriptible —¿Pretendes follartelo y darle a probar una buena salchicha alemana? —su voz sonaba divertida, pero a mi lo que decían no me hacía ni puta gracia. ¿Follarme? ¡Pero si soy un hombre! — creo que necesita algo de carne.

Intenté removerme, intenté soltarme cada vez más asustado de lo que podría pasarme. Escuché una pequeña risa divertida y empalidecí antes de intentar soltarme con más fuerza.

—¿Es que pretendes irte? Si la diversión está por comenzar —añadió el de antes mientras notaba que me abrazaba a su pecho —¿Compartirías a la ratita, Loring?

—Adelante —dijo el tal Loring riéndose divertido mientras su mano comenzaba a pasearse por mi pecho —tú mismo dijiste que la ratita parecía hambrienta. Cuanto más coma, mejor. —añadio con voz grave y sensual. Me mordi levemente el labio al escucharle, ¿como una voz de hombre podia sonar tan sensual? Es más, ¿por que la estaba catalogando yo como sensual? Mientras mi cabeza daba vueltas a eso, el parecía no tener muchas ganas de esperar a pensarse un poco lo que estaba por hacer: me dio un mordisco en la clavicula. ¿Que? ¿Que me hacía? Solté un leve suspiro al notarlo y parecía que el sin nombre lo había tomado como señal de comienzo. Me removí al notar las manos de aquél que me sujetaba, rodeandome y acariciando mi estómago con demasiada suavidad, y me asqueé de mi mismo cuando su nariz rozó mi cuello e hizo que mi piel se erizase. ¿Pero que coño pasaba con mi cuerpo? ¿Por que estaba reaccionando tan favorablemente a las caricias de estos hombres? ¡Eran hombres! No debería de sentir nada.

—Soltadme malditos hijos de puta —dije mientras me removía —Soy un hombre ¿es que no os dais cuenta? ¿Sois unos enfermos o que coño os pasa? Soltadme, ¡soltadme y buscaros a una puta! —grité mientras movía mis brazos intentando sacarlos de encima. Gruñí y volví a abrir la boca para que me soltaran, pero me pusieron una mordaza y la ataron fuertemente para que no volviera a decir nada. Me removí mientras me quejaba y de pronto escuché la voz de sin nombre.

—¿No te das cuenta, ratita? Tú eres nuestra puta.

Esas palabras cayeron en mí como si fuera agua fría. Siempre había escuchado el típico de "en tiempos de guerra, cualquier agujero es trinchera", pero nunca pensé que de verdad fueran a usarme a mi, a un hombre, para disminuir sus deseos. ¡Seguía siendo un hombre! ¡Como ellos! Pero parecía que en ellos no tenía el mismo significado. Como bien había dicho el sin nombre, no era más que su puta. Maldición, maldición. Tenía que salir de allí, cuanto antes. Así pues, me moví un poco quejándome y noté como la mano de uno de los dos pellizcaba uno de mis pezones. Al principio de manera suave, luego de manera más fuerte creando una oleada de sensaciones en mi pequeño cuerpo. Me subió un escalofrió por la espalda a la que notaba los pellizcos y los mordiscos de uno de los dos. Era una sensación asquerosa. Dos hombres, a mi. A otro hombre. ¿De verdad esto estaba pasando? Era algo totalmente impensable, por no decir asqueroso. Dos personas del mismo sexo, por favor. ¡Esto no podía ser más que una pesadilla! Pero los pellizcos los sentia, los mordiscos también. Para mi desgracia, esto no era una pesadilla, era la realidad. La jodida real

—Vaya, vaya... ¿Te ha gustado eso ratita? —preguntó Loring mientras me pellizcaba de nuevo el pezón que antes me había echo reaccionar de esa manera tan exajerada. Deseé poder morderme la lengua en ese instante, pero no pude, y un leve quejido salió de mi garganta en forma de gruñido.—Que bien, nos ha tocado un francés lascivo. Es ti día de suerte, franchute. —añadió mientras sus manos viajaban por mi pecho, dando un pequeño descanso a mis pezones, por el momento.

La manos del otro tipo siguieron las de Loring, tocándome por donde el otro tocaba, como si de una guía se tratase. Además, mientras el otro se dedicaba a hablar, este se dedicaba a morder mi espalda, mi cuello, mi hombro. Además, en ciertas ocasiones los pellizcos que me daba Loring se unían a los mordiscos de este tipo cuyo nombre desconocía, creando un mar de sensaciones totalmente nuevo. Mi cuerpo reaccionaba de manera que pensaba que jamás reaccionaría, y cuando noté como las manos de Loring bajaban a mi abdomen, me removí un poco inquieto. Se acercaba demasiado a mi entrepierna, y eso me ponía demasiado nervioso. Intenté echar mi cuerpo hacia atrás, notando que el otro me empujaba hacia delante, obligándome a quedar expuesto. Solté un quejido bajo la mordaza, intentando soltarme de nuevo hasta que de pronto noté como las manos de uno de los dos, no sabría decir de quien, se colaron bajo la camiseta comenzando a acariciar directamente mi piel. Jadeé un poco, angustiado, y me removí un poco bajo las manos que me acariciaban. Escuché la risa divertida del que me tenía atrapado desde atrás y le noté llegar a mi oído y morderme la oreja. De mi garganta salió un gemido que no pude controlar mientras Loring retiraba la camiseta y la dejaba en mi espalda.

—Parece que tenías razón con lo de que está muerto de hambre. Da asco verle. ¿Y tu te haces llamar soldado? —me preguntó a mi mientras se acercaba a mi cuello y me mordía con fuerza. Noté dolor al instante, a la par que se mezclaba con las sensaciones que me estaban provocando tantos toqueteo. Gruñí un poco antes de que mi voz se convirtiera en una especie de jadeo, y asentí mientras me removía un poco, enfadado por no poder hacer nada para quitármelos de encima. —No me hagas reir, con un cuerpo así para lo único que servirías es para ser la puta del cuartel, que probablemente lo fuiste, ¿verdad franchute? Por eso se te esta poniendo tan dura cuando te hacemos esto —añadió antes de morder mi pezón y hacer que mi espalda se arquease. Noté su mano en mis dorsales mientras que con mi pezón atrapado, empezaba a jugar con su lengua, a succionar, a lamer y luego morder de nuevo. ¿Como no iba mi cuerpo a reaccionar ante esto? Era la primera vez que sentía algo como esto, era la primera vez que un hombre me hacía tales cosas.

Me removí de nuevo, incómodo. Si pudiera hablar, les insultaría, les diría que no era más que un cadete engañado, y que no era la puta de nadie. Si las miradas matasen, si no tuviera estas vendas, estarían muertos. Pero tenía una mordaza que me impedía hablar, y tenía una venda que me impedía ver, lo que me dejaba completamente inutilizado en este mismo instante. Lo único que podía hacer era dar una atada a alguno de los dos, y fue lo que intenté. Levanté la pierna hacia atrás, intentando tomar cierto impulso, y la llevé hacia delante durante unos instantes, antes de notar una mano que me paraba la pierna, con fiereza, y me clavaba las uñas. De pronto, un puño descansó con fuerza en mi mejilla, girándome la cara y haciendo que, seguramente, en un futuro me saliera un moratón. Maldición. Me sentía tan inútil en ese momento. Miré hacia arriba mientras intentaba que no se notase que me había dolido y lo hubiera repetido de no ser por lo que hicieron a continuación.

Una de las manos de alguno de los dos, no sabía quien, bajó hasta mi entrepierna, agarrando el bulto semierecto que se encontraba ahí, apretándolo y comenzando a mover la mano. Eso me pilló por sorpresa y cerré las piernas intentando proteger esa zona, pero mi espalda se arqueaba así que mucho no estaba logrando. Parecía que solo lograba que estos dos se divirtiesen. Maldición, joder... Me moví un poco para que me soltasen, pero apretó más y empezó a mover la mano con mayor fiereza ahí abajo, arrancándome algunos jadeos que se escucharon demasiado bien para mi gusto. Al momento, se unió otra mano al mismo sitio, solo que esta bez bajo los pantalones, dejando como única barrera la tela de los calzoncillos. A su vez, Loring empezó a morder mis pezones de nuevo, a lameros, al ritmo que las manos se movían, haciéndome gemir en el acto. El gemido sonó más alto de lo que debería, quizás demasiado alto, y eso pareció gustarles a ambos.

—Si grita así cuando solo le estamos provocando, imaginate lo que hará cuando le follemos —dijo el que estaba detrás de mi, pellizandome el pezón que Loring no pordía. Tenía ganas de morderme el labio y que así no se me escuchase, pero era dificil solo imaginarlo. La mordaza me impedía cerrar la boca, la saliva empapaba la comisura de mis labios, creando un hilo que bajaba por el cuello. Además, los gemidos no podía ocultarlos de esta forma. Por mucho que me jodiera, que me hicieran esto me estaba gustando. ¿Es que soy un enfermo?

—Vaya, vaya. Al parecer a la rata le gusta el trato que está recibiendo —escuché a Loring cuando apretó mi ya erecto miembro, rodeándolo con la mano. Escuché cómo se reía de mi y movía su mano al rededor de mi falo, arrancándome gemidos de nuevo —¿Deberíamos continuar o mostrarle esto a todos los soldados que hay aqui? —preguntó a su amigo mientras su mano seguía apretando y moviendose, todavía haciéndome jadear y gemir. Eché mi cadera hacia atrás, intentando soltar mi miembro de su mano, pero el mismo roce de la ropa provocó en mi cuerpo un escalofrío.

—Yo creo que deberíamos enseñárselo al resto. No tenemos que ser los únicos con derecho a diversión —dijo el que tenía detrás, mordiéndome el cuello mientras gemía. A eso le siguió una especie de silencio indescriptible. Las manos pararon, los toqueteo también. Jadeé mientras recuperaba el aire y pensaba en lo que estaba pasando. Y es que... ¿Qué estaba pasando? Mi cuerpo reaccionaba solo a las provocaciones de esta gente, no era normal. No lo era. Y menos siendo cosas que me están haciendo unos hombres. Noté una extraña sensación en el cuerpo, como si me estuvieran mirando, e intenté deshacerme de eso. Me moví inquieto e intenté arrastrarme hacia un lado en mi posición medio tumbada, medio erguida. Pero fue imposible. Unas manos doblaron mis rodillas, haciéndome quedar en una posición como la que tenía en la sala de interrogatorios: de rodillas e indefenso. De pronto, Loring comenzó a hablar de nuevo:

—Creo que es mejor que no. Lo follarían demasiado y estaría más sucio de lo que ya es. Además... quiero follarle hasta que grite piedad, y si vienen los demás, no podré hacerlo en condiciones —añadió. ¿Follarme hasta que grite piedad? ¿Que clase de locura se le estaba cruzando por la mente a ese tipo? ¿Era un hombre o una especie de monstruo?

De pronto, noté como una navaja cortaba la tela de mis pantalones y se deshacían rápidamente de ellos, dejando mi cuerpo desnudo al completo. Mi miembro, hasta hace unos instantes encerrado en la ropa interior, golpeó mi vientre y noté una especie de sonrojo subir por mis mejillas. A su vez, mientras unas manos me sujetaban, otras comenzaron a atarme los tobillos de los pies. Por mucho que intentara removerme, estaba perdido. No había manera de que me dejaran en paz. Unos dientes descansaron en una de mis nalgas mientras una mano alzaba mi cabeza y me obligaba a mirar al frente. Las ataduras de la mordaza desaparecieron y una orden apareció "Haz caso a mi compañero" antes de soltarme e ir hacia atrás. No sabía que clase de cosas planeaban hacerme, pero no iba a hacer caso. Me puse bien de rodillas, sentándome e intentando ocultarme lo más posible de ambos, cosa que no funcionó pues me agarraron del culo y me tiraron hacia delante, haciendo que mi cara descansara momentáneamente en el suelo. Al momento, una mano agarraba mi cabello y tiraba de mi hacia arriba, semi-irguiéndome, los justo para dejar mi trasero al descubierto. Una mano acariciaba mi entrada mientras que el que me sujetaba la cabeza se reía. Noté que me acercaba algo y me lo ponía sobre los labios, los cuales tenía fuertemente cerrados, mordiendome el labio.

—Chupamela —escuché mientras apretaba más lo que ahora sabía que era su pene contra mis labios. Cerré aún más la boca y me negué con la cabeza, a pesar del dolor que sentía por culpa del tirón. —He dicho que me la chupes, maldita perra —añadió mientras me tapaba la nariz impidiéndome respirar. Ahora, tenía un gran problema pues a la mínima que abriera la boca, el aprovecharía para meter su pene en ella. No iba a dejar que eso sucediera, ni de coña, por lo cual, intenté respirar abriendo los labios minimamente, pero no los dientes. Pareció darse cuenta de ese detalle y no le hizo mucha gracia, por lo que me tapó la boca también, impidiendome abrirla. —Vas a abrir esa boquita tuya y te voy a meter la polla hasta la garganta. Verás como gimes como una perra cuando eso ocurra- añadió mientras soltaba una risa. Mis pulmones, por otra parte, sin aire aire, poco a poco empezaran a pedirme piedad. Me dolía el pecho, primero de una manera ínfima, pero luego fue aumentando, cada vez más y más. En el momento en el que me soltó, mi boca se abrió al instante para pedir aire a gritos, y él aprovechó ese momento. Metió su pene en mi boca y empujó con su cadera hasta el fondo, haciendo que la punta tocara mi campanilla, provocandome una arcada. Eso pareció gustarle y empezó un vaivén con la cadera repitiéndolo una y otra y otra vez. A pesar de llevar la venda, no pude evitar cerrar los ojos mientras empezaba a lagrimear. D emi garganta salieron quejidos y de vez en cuando una arcada. Pero eso no parecía importarle, el parecía estar disfrutando del momento. —¿Que? ¿Te gustan como botan mis pelotas en tu cara? Más te va a gustar cuando te cubra la cara con mi lefa, perra. Me suplicarás que vuelva a hacerlo —añadió mientras sus caderas comenzaban a moverse más rápido contra mi boca. ¿Era eso lo que hacían los hombres cuando mantenían sexo?

Ojala solo hubiera sido eso.

Mientras uno me torturaba por delante, el otro empezó a hacerlo por detrás. Introdució uno de sus dedos en mi trasero comenzando a moverlo muy lentamente al principio. Verdaderamente dolía. Bastante. ¿Por que metía ahí atrás su dedo? No entendía que estaba haciendo, o que pretendía con ello,  pero si su intención era hacerme daño, lo estaba consiguiendo. Una de sus manos se dedicaba a pasearse por mi pene, de arriba a abajo, como leves roces de los dedos, mientras que la otra empezaba a moverse más rápido detrás de mi. Gemí un poco al notar como mi cuerpo se acostumbraba a esa invasión y de pronto saqué el pene de su querido amigo para soltar un gemido más fuerte al notar que me daba en un punto determinado. Todo el dolor desapareció en un momento y se concentró el placer. Me inundó durante breves segundos antes de escuchar una risa divertida de uno de ellos. Jadeé antes de que mi cabello fuera agarrado de nuevo y fui obligado a chuparla de nuevo. Por otro lado, la invasion cesió y noté algo más grande colocarse tras de mi. Me tensé de golpe al empezar a darme cuenta de que era una vez mi mente empezó a unir cabos, y antes de que pudiera decir o hacer nada, de un golpe se metió dentro de mi.

De mi garganta brotó un grito de puro dolor. En ese momento era como si me hubieran desgarrado por completo, como si por cada embestida que sufría, me estuvieran dañando. Gemí de dolor y comencé a llorar mientras Loring se movía cada vez más rápido y fuerte. Era como si su miembro se introduciera cada vez más en mi, o esa era la sensación que me daba el mismo dolor. Fue tal mi reacción que el tipo que me obligaba a chuparsela me dejó tranquilo durante unos instantes.

Damn! ¡Para! —pedí mientras gritaba y lloraba. Mi voz sonaba ronca, mis brazos temblaban a mi espalda. Mis hombros seguían tensos e intentaba por mi mismo de quitarme a ese tipo de encima, de sacarle de mí —¡Duele! S'il vous plaît pour! —supliqué mientras seguía llorando. Esto parecía divertirles a ambos. Mi cuerpo se retorcía de dolor, mis rodillas temblaban y en cualquier momento cederían, pero él no paraba, es más, cada vez iba más fuerte, causandome mayor dolor. Me sujetó firmemente las caderas con una mano mientras que con la otra tiró de mis brazos hacia atrás, dejando mi espalda curvada y mi cabeza hacia arriba, lo suficiente para que, aprovechando un grito de dolor, el otro volviera a su tarea de violarme la boca. ¿Por qué me estaba pasando esto? ¿Por qué no podía quitarmeles de encima? ¿Tan débil era? ¿De verdad era la puta distracción de los soldados? Si mi destino iba a ser así, joder ¿por que no me dejaron quedarme? Me iba a dar igual ser violado por un bando que por otro ¿no?

Gemí un poco más cuando noté que el dolor se iba disipando y las embestidas empezaban a tener un tinte más placentero. Cada vez eran más rápidas y más fuertes, me tocaban el punto que antes me había vuelto prácticamente loco, pero mis gemidos quedaban ahogados en mi boca llena. En cierto momento, cuando quise darme cuenta, mi boca estaba vacía completamente, pero algo cayó sobre mi rostro. El tipo que anteriormente me había estado metiendo el pene en la boca estaba gimiendo. Me tenía sujeta la cabeza firmemente y parecía no querer que me moviera. Además, su cuerpo parecía estar temblando. Ahora comprendía lo que pasaba. Cerré mis labios de golpe mientras notaba como el líquido espeso empezaba a correr por mi rostro a la par que me golpeaba. Seguidamente, noté como por atrás me tocaban de nuevo es epunto y agaché la cabeza para que no me cayera ese líquido dentro de la boca. Ni harto de vino me tragaría el semen de nadie. Aunque parecía que el tipo tenía otros planes. Irguió mi cabeza y, tras cerrar yo los labios, me golpeó la cara con algo. Supuse que sería y me asusté al notarlo todavía tan duro. ¿Como podía ser si había terminado? Y encima no había soltado poco.

Por otro lado, las embestidas se hicieron todavía más fuertes. Aguantar con la boca cerrada era un logro insuperable ahora mismo, mientras que se dedicaba a golpear más y más fuerte por atrás. Finalmente, noté una ultima embestida más fuerte que las anteriores, dándome en el lugar más sensible y arrancándome un gemido, sin dejar que mis labios se abrieran; jadeé al notar como el mismo líquido que había salpicado y manchado mi cara, ahora estaba por dentro de mi, me estaba inundando, llenando poco a poco, creando una extraña sensación en mi cuerpo. Finalmente, noté como salía y como ambos me soltaban, haciéndome caer al suelo de lado De mi entrada brotaba y chorreaba el líquido que hasta hacía un instante me había llenado, mientras que en mi rostro comenzaba amoverse ese líquido espeso hacia el lado donde estaba inclinando, goteando. Por un momento pensé que ya habían terminado, pero escuché algo que me asustó bastante:

—¿Se siente bien ahí detrás? —dijo mientras me colocaban de nuevo a cuatro patas. Mierda, otra vez no —La verdad es que el muy hijo de puta me ha dejado con ganas de más. Se ve que está entrenado para ser follado hasta la saciedad —añadió mientras notaba que tiraba de mi hacia atrás y me obligaba a sentarme sobre él, siendo penetrado en el proceso. De mi garganta salió un gemido, un poco más flojo que los anteriores, pero un quejido. No pude aguantarlo más y me mordí el labio para luego escupir por si acaso se había metido algo —¿Osas escupir mi semen, bastardo? —dijo el que me había obligado a sentarme sobre él, comenzando a moverse más brutalmente, golpeándome cada vez que me penetraba por completo, haciendo que soltara más quejidos que antes. —Vamos, Loring, disfruta un poco de la pequeña rata, que le gusta que le den con las pelotas en la cara —dijo mientras tomaba mi rostro y aplastaba mis mejillas. No escuché nada como respuesta, solo recibí un golpe que me hizo gritar y noté como el miembro de Loring entraba de golpe en mi boca, sujetandome la cabeza firmemente.

Verdadmeramente sentía que en cualquier momento rompería a llorar, pero no podía permitirme eso. El cuerpo que tenía debajo de mi, se movía con fiereza y decisión. No se como lo hacía pero tocaba las zonas que más me dolían después de la intromisión del otro chico, y hacían que mis gemidos fueran más de dolor que de otra cosa. Además, a esto sumó que me arañaba o golpeaba cada vez que podía, quizás para mostrar su hombría, o yo que sé para qué. El caso es que dolía, dolía como nunca y gritaba por ello. Por otra parte, el miembro de Loring era más grande y a la hora de embestir contra mi garganta, era más bestia. Apenas consgeuía que me entrara completo en la boca y me atragantaba más de una vez. Se movía con rapided y dureza y ahogaba todos los gritos que querían salir de mi interior. Esto era peor que antes. Además que mi cuerpo ya se encontraba cansado por las anteriores intromisiones, esta me resultaba todavía agotadora. Esto se me estaba haciendo eterno.

Pero el que estaba debajo de mi, duró menos esta vez. En menos de lo que esperaba, noté como terminaba corriendose dentro de mí, con la misma cantidad e incluso más de la que había soltado sobre mi cara. De igual forma, noté como me embestía con fuerza y sin parar mientras esto ocurría, haciendo que notase como poco a poco me iba llenando. Pero antes de terminar, salió de mi y noté como manchaba mi espalda con ese mismo líquido espeso, como se frotaba entre mis nalgas mientras ese líquido salia, y haciendo notar como poco a poco su miembro perdía fuerza hasta que finalmente le noté caer, inerte, sobre mis lumbares. Se retiró un poco, alejandose lijeramente, y noté como el otro, lejos de parar, movía sus caderas cada vez más y más rápido, como su garganta creaba gemidos mezclados con gruñidos, como poco a poco su miembro empezaba a palpitar para finalmente correrse dentro de mis labios. Cadera dejó de miverse y noté como su mano se movía, bombeando el líquido para vaciarse completamente en mi boca. Cuando salió y pretendí escupirlo, me tapó la boca y me tapó la nariz, ordenandome que me lo tagase. Al principio me resistí, pero la falta de aire, el agotamiento y, quizás la desesperación por vivir, hizo que finalmente cumpliera con esa orden y me lo tragase. Escuché una risa divertida por parte del primero en acabar y noté como mi cuepro caía hacia un lado. Uno de ellos me cogió de las cuerdas de los brazos y me llevo hacia un poste, y me dejó atado allí para luego ponerse a hablar con el otro chico. Pero no estaba atento a la conversación, por no decir que me importaba menos que nada. ¿Este era el precio por estar vivo?

 -----------------------------------------------------------------------------------------------

De nuevo decir que esto es un relato de ficción, y que si no te gusta el género, no comentes pues estabas avisado.

Espero que a los que sí les gustase el género, que les haya gustado la primera parte de este relato. No sé cuantas partes ocupará la historia, pero espero que sea una historia corta, no de muchos capítulos. De nuevo, espero que os haya gustado y de ser así, comentad si queréis :3 Un besito~ y ¡feliz año!

-->Capítulo 2<--

12 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Mande? xD Avisé que era fuertecito~ ahahahaha

      Eliminar
  2. Y TANTO, respondo ahora que me he recuperado del trauma jajajjajaja XD Por un mometo quise parar de leer XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Omg!! Bueno, ya sabes al menos que cuando pongo un aviso es por algo (??) xDDD De todas formas, gracias por leer, y perdon por haberte traumatizado DD:

      Eliminar
  3. KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
    *dies*

    ResponderEliminar
  4. Revive mujer! Revive! xDD

    ResponderEliminar
  5. D: No pude seguir leyendo, pare a la mitad del relato y solo lei el final. Muy fuerte! demasiado para mi x( En fin, de todas formas mejoraste mucho el tema de la escritura del primer post que lei a este. Felicitaciones por eso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias :3 Y siento mucho que sea tan fuerte. Tengo otras entradas más "suaves" y de todas formas siempre pondré un aviso al principio del relato por cualquier cosa (incluso si el relato es para todos los públicos, lo diré >w<)

      Muchas gracias por haberme leído, me hace mucha mucha ilusión >W<

      Eliminar
  6. Que cruel...y pobre chico U.U

    Me ha gustado mucho como lo has narrado, especialmente la frase final, aunque me ha dado pena el protagonista. En fin, hasta otra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En si, mi idea principal era esa, dar una sensación desagradable de lo sucedido :s Como te dije por ask, quizás es una crítica un poco extremista a las sensaciónes "agradables" que se suelen ver en historias "yaoi" cuando aparece una violavion owo.

      De todas formas, muchas gracias por comentar y por haberme leído >W< pareceré una pesada, pero me hace una ilusión que no te imaginas >A<

      Eliminar
  7. Gustar gustar...a nadie le gusta ser violado de forma tan bestial. Pero se podría decir que haciendo un resumen censurado me ha gustado XD
    ¡Pero ahí no se centra toda la historia! Que asco de padres, querer jugar a la família feliz y luego, cuando las cosaa no salen bien, incapaces de aceptar las consecuencias. Eso me puede XC
    Y la hermanita. A saber que le hacían en ese asqueroso lugar... Ahora me doy cuenta de que este relato está lleno de enfermos. Como mínimo haznos el final feliz ¿quieres Musicart? XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quien sabe (?) el final está decidido antes incluso que el segundo capítulo -soy un caso-

      Mi mente está enferma (?) xDD Okno. La verdad es que nadie lo sabe, pero esta historia tiene un transfondo bastante profundo que, algún día explicaré (?) No dire detalles que se me escapan y la historia pierde fuerza >A< (?) solo diré que el capitulo dos ya tiene 3 páginas y que puede que para dentro de unos días esté terminado (aunque espero terminarlo hoy o mañana como mucho xDDD)

      o3o.... Hacía mucho que no leía Musicart xD así que imagino de donde me conoces.... -se queda pensativa intentando recordar nombres-

      Eliminar